El ser humano y toda la creación no fuimos creados en un estado de plenitud, el hombre fue creado perfecto en sí mismo pero no en el estado de perfección al que estaba llamado. El denominado paraíso terrenal no era un estado pleno sino que estaba destinado a llegar a un estado de perfección. Por lo general en las catequesis se da la idea que el paraíso terrenal era un lugar perfecto y entonces el cielo es algo así como retornar a ese paraíso terrenal.
Sabemos que no era un estado pleno porque precisamente existió el pecado, en un estado de plenitud no habría lugar para el pecado, el cielo es un espacio pleno y por eso no hay pecado ahí.
El pecado se dio por un estado de insatisfacción propio del ser humano que aspiraba a algo más, a una condición de hijos de Dios; por eso Jesucristo viene a hacernos partícipes de la naturaleza divina. El pecado tiene que ver con la historia porque fue introducido por decisión del ser humano, y es precisamente por estar en la historia es que puede ser perdonado, lo eterno no tiene posibilidad de redención. Por tanto el demonio no puede ser perdonado porque no está en el ámbito de la historia es un ser en estado de eternidad, el demonio no pecó porque su acto no ocurre en la historia. El acto del ser humano tiene posibilidad de redención porque vive es un estado de imperfección.
El ser humano pecó por ambición no por desobediencia, sentía que estaba llamado a más. Todo ese estado de “perfección paradisíaca” en que vivía no le era suficiente, claro estaba llamado a ser hijo de Dios, el problema fue que el demonio se aprovecha de esa ambición para meterle la idea al hombre que podía alcanzar su ambición por su propia cuenta sin la ayuda de Dios; en esto consiste entonces el pecado, el hombre que deja de lado a Dios no quiere nada con Dios. Jesucristo viene a mostrar lo que es capaz de hacer el ser humano cuando se deja conducir por el Padre y la acción del Espíritu, de modo que todo estos “defectos” que achaca el hombre a su humanidad y que luego los convierte en un pretexto para pecar, no son obstáculos para alcanzar lo que es capaz la humanidad cuando se deja guiar por la divinidad, Jesús nos viene a hacer perfectamente humanos, plenos y puros como es Jesús guiado por el Padre. En Jesús no se viene a mostrar lo que Dios es capaz de hacer sino lo que el ser humano es capaz de hacer.
Una cosa es la inclinación al pecado, lo que me mueve al pecado y otra el pecado en sí mismo. La acción material responde siempre a una intención, la intención puede ser correcta pero la acción incorrecta. Por tanto eliminar el pecado no es eliminar la intención sino eliminar la acción incorrecta que me lleva a esa acción.
Por eso cuando Jesucristo viene al mundo no nos está privando del pecado sino que nos está liberando para que la intención original del hombre alcance su plenitud en Dios mismo quien quiere que yo sea más. Benedicto XVI dice “Dios no nos viene a quitar nada, nos viene a dar la posibilidad de lo que anhelamos”, es a lo que se refiere San Agustín al expresar “nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón no descansa hasta que descanse en ti”.
En Jesucristo el anhelo del ser humano se ve superado, y estamos llamados a ser más que eso porque Dios no es el que complace sino el que tiene un proyecto para nosotros por encima de nuestros anhelos.
Dios es eterno, por tanto la realidad del hombre en Dios siempre ha existido; no es simplemente un pensamiento que a Dios le surgió sino algo querido por Dios. La existencia del hombre se concreta en el ámbito del espacio-tiempo, siempre llamado al proyecto superior de Dios. Y como ha estado siempre presente en Dios, la realidad y existencia de la persona no es fruto del anhelo de sus progenitores sino que viene de Dios quien tiene un proyecto para todo ser humano que implica un llamado a la perfección en un estado de inmutabilidad, es decir de eternidad.
Es necesario que se acabe la historia porque si no hay fin de la historia entraríamos en un juego cíclico, una historia que no acaba, y ante un panorama así cabe la pregunta ¿acaso no ha tenido la humanidad un inicio?. Por tanto no hay una creación en un continuo de realidad, no se hablaría de un Dios creador como punto inicial de todo. Y si todo siempre habría existido ¿entonces por qué no es pleno?
Es necesario el final de los tiempos porque el ser humano no puede condenarse a una historia que se repite, si el cristianismo habla de un estado de perfección entonces ese estado está asociado al final de la historia. Para que un estado de ruptura y por ende de perfección la condición es que finalice la dimensión espacio-temporal histórica que de paso a una realidad permanente y plena. Es necesario que la historia termine para llegar al estado de plenitud manteniendo la dimensión personal, no hay forma de que el ser humano llegue a plenitud sino es con el final de esta historia, de lo contrario no sería la plenitud del hombre sino la plenitud del todo; y si fuera así en el todo no existe la individualidad del yo.
El momento que señala la finalización de lo espacio-temporal se llama Parusía, primer tema de la escatología sistemática.
Dos eventos se asocian con la Parusía:
1- El juicio final.
2- La resurrección de los muertos.
Parusía: Tiene que ver primordialmente con la venida de Jesucristo en la totalidad de su Gloria al final de la historia. El final de la historia no está marcada por una catástrofe, no es que lo creado se destruye. La primera venida es en la fragilidad de la carne, en una condición de debilidad. El término segunda venida mal interpretado deja entender que “Jesús se fue,nos dejó”, y ahora el hombre está solo.
El origen del término “parusía” viene del ambiente griego, hace referencia a la llegada de personajes de la realeza o seres divinos. La llegada del emperador era una parusía marcada por gran cortejo y fiestas. Los cristianos toman el término y se refieren a la llegada de Cristo como un momento de alegría y gozo, anhelan de manera continúa la parusía y por eso el Apocalipsis y la liturgia de la Iglesia introducen la expresión “Maranatha” (ven Señor Jesús). Desde la perspectiva de la evangelización la venida de Cristo no es una amenaza para la conversión, no es que la persona deba convertirse por miedo sino que el llamado a la conversión es en respuesta al amor de la venida en la carne de Jesús.
La Parusía no señala el fin de la creación, lo que termina es la historia no el mundo; el cristianismo no predica el fin del mundo sino el final de los tiempos. El mundo no se termina. El evento primordial que anuncia la llegada de la parecía no son los catástrofes, ni temblores, ni pestes, sino la presencia gloriosa de Jesucristo.
El tema que reviste primordialmente esta actitud positiva es una convicción teológica desde el AT, Dios siempre se acerca al ser humano para consolarlo y auxiliarlo. El evento paradigmático de la cercanía de Dios es el Éxodo, Dios se hace cercano para liberar, consolar, dirigir, alimentar, para salvar es decir al ser humano hacia la plenitud. Cada intervención de Dios en la historia es en cierta manera parusía, un momento de gozo para dar plenitud.
La Parusía más que una intervención es la intervención definitiva de Dios, no por ser la última que hará en la historia sino porque con esta intervención termina la historia y así lleva todo a la plenitud, es definitiva porque ya no va haber más historia. Es el encuentro amoroso de Dios con su criatura, y es precisamente eso lo que diferencia al cristianismo de todas las demás religiones, el Dios Jesucristo va al encuentro con sus criaturas.
La Parusía es preparada desde el Antiguo Testamento con base a tres elementos:
-Dios es cercano, va al encuento del ser humano.
-El Día de Yahveh.
-Llegada del Mesías.
Lo particular de un Dios cercano es su iniciativa de salir al encuentro del ser humano, aunque el ser humano se olvide, Él no deja de ir a buscar a su criatura. En AT la historia esta marcada por el drama entre la cercanía de Dios con las personas. El pueblo experimenta su distanciamiento de Dios al pasar por el Exilio, esta lejanía adquirá la connotación de pecado.
Precisamente porque la iniciativa procede de Dios, ni el pecado es capaz de alejar a Dios del ser humano. Dios no puede renunciar a algo de lo cual ya Él tomo la iniciativa porque Dios no se contradice. No es que el pecado nos aleja de Dios sino que nos pone de espalda a Dios, y esto produce que el hombre no lo vea pues está de espalda, no es que Dios esté lejano sino porque el hombre pecador está de espalda no ve a Dios, y como no lo ve busca actuar por sus propios criterios. Dios no está lejos y es más envió a su Hijo para salvar al ser humano.
Otro elemento de la cercanía de Dios es el Día de Yahveh es la concretización de la esperanza que Dios siempre está presente con su criatura. Hace referencia a la añoranza de una intervención definitiva de Dios en la historia, el acercamiento máximo de Dios al establecer su soberanía en la historia, más que sentir por ciertos momentos su presencia significa experimentar la permanencia de Dios en la vida del ser humano. Estamos en el ámbito de la retribución intrahistórica, en el fondo es la idea del establecimiento de Dios en el mundo no como un final de los tiempos sino de un gobierno humano para establecer una soberanía divina.
Preguntas que genera el tema.
¿Si el pecado tiene que ver con la historia, y el demonio no peco porque su estado es eterno. Entonces cómo se denomina el acto del demonio contra Dios?
Fuentes complementarias.
Constitución Pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual.
Recuperado de:
Muy profunda la pregunta que planteas, al final de tu exposición, y he de decir que no tengo idea de la respuesta, no obstante, especulo lo siguiente:
ResponderEliminar-El pecado es una elección libre, una decisión, del hombre de dar la espalda a Dios.
-Como vivimos en este estado espacio temporal, es decir no en la eternidad, tenemos la posibilidad de cambiar de elección y por tanto podemos ser perdonados, aunque la escritura dice que hay pecados se pueden perdonar en la otra vida.
-Cuando se de la Parusía y estemos en la vida plena, es decir en presencia de Dios por la comunión y plenitud nos será imposible pecar, en razón de que además no estaremos en un estado de espacio temporal, sino en la eternidad.
-El demonio estaba en presencia de Dios, por tanto en la eternidad, no obstante decidió darle la espalda a Dios, condición que es compatible con la definición de pecado, pero a la que le falta la condición espacio temporal, por otro lado está viviendo en la eternidad, condición en buena teoría, que no permite darle la espalda a Dios.
-Por ello daría como respuesta a tu pregunta, que "el acto del demonio contra Dios", se llamaría decisión eterna de dar la espalda a Dios, es lo que se me ocurre, porque, no conozco la respuesta.
Buenas Martín ¿por qué es necesario el final de los tiempos? Esa pregunta es bonita, porque la contestacion se basa en la fe cristiana, de alcanzar la vida plena o podemos decir llegar a la mirada del Padre.
ResponderEliminarJesús es el camino para poder llegar a disfrutar el final de los tiempos y disfrutar de la vida eterna en Jesucristo, en Jesús encontramos la plenitud.
"Jesús contestó: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mi." (Jn 14,6)